La clase trabajadora internacional está en pie de lucha, desde el norte de África hasta el Medio Oriente, desde Europa hasta los EEUU, contra los efectos de la peor crisis económica y política del capitalismo. Esta crisis prendió la mecha de varios movimientos sociales que han capturado la imaginación de las mayorías, y que ha causado que se compare al 2011 con el 1968. Dondequiera que el PLP haya estado presente, ha jugado un papel político en estos movimientos.
Cuatro billones de familias de clase trabajadora tratan de subsistir con sueldos de $1 a $2 dólares por día bajo el peso de los programas de austeridad impuestos por el Fondo Monetario Internacional. Esta crisis económica global fue producto del afán de lucro máximo del capitalismo, centrado en Wall Street, que creó las condiciones para los levantamientos del 2011.
“Los levantamientos en Francia en 1968 tomaron a la clase patronal francesa por sorpresa”, dice Alan Woods, el historiador marxista Inglés. Los estudiantes franceses respondían a la guerra genocida del imperialismo estadounidense en Vietnam y a la represión estudiantil de la clase patronal francesa. Cuando se vincularon con la clase trabajadora – los trabajadores industriales peor pagados en Europa – causaron una huelga general que sacudió los cimientos mismos del capitalismo francés. Este cambio cualitativo resulta de las contradicciones cuantitativas internas del capitalismo francés. La huelga general paralizó Francia. La policía nacional francesa a duras penas podía contener la insurrección. Los patrones franceses temían que un llamamiento al ejército podría inducir a muchos soldados de clase trabajadora a ponerse de lado de los huelguistas y amotinarse, así que hicieron un llamado a los reservistas pero los acantonaron en bases militares y los mantuvieron alejados de la televisión y la radio. De Gaulle casi perdió control sobre el poder del estado e hizo un llamado a los militares alemanes para que estuviesen listos con sus tanques para sofocar la revuelta.
De últimas, la insurrección fracasó porque, sin un partido comunista en la práctica, que pudiese liderar a la clase trabajadora a la revolución, el partido “comunista” francés hizo un pacto con De Gaulle y tomó la vía electoral, confiándose de los patrones “menos malos”.
Woods menciona que De Gaulle tuvo tanto miedo de la revolución que había dispuesto “encarcelar a 20,000 izquierdistas en el Estadio de Invierno donde habrían corrido la misma suerte que los trabajadores y estudiantes chilenos cinco años mas tarde”.
En el 68 también, los estudiantes de izquierda en México usaron las Olimpiadas que se acercaban para hacer campaña por una serie de reformas sociales: libertad para los presos políticos, despido del Jefe de la Policía fascista de la ciudad de México, y el uso de los impuestos para beneficio de la clase trabajadora de México en vez de las Olimpiadas.
Su lucha comenzó en la ciudad de México, tratando de liberar a un líder del sindicato de ferrocarriles. El fascista presiente mejicano, Gustavo Ordaz, se negó a reunirse con el Consejo de Huelga de los estudiantes y más bien ordenó a la policía y al ejército que dispararan a matar. Cientos murieron o cayeron heridos. El 2 de octubre pasó a llamarse “La noche de las Penas”.
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